CLÍNICA DENTAL EN BILBAO

CLÍNICA DENTAL EN BILBAO

Se deseaba crear una clínica amable y amiga que alejase el habitual temor al dentista. En contraposición a los claustrofóbicos vidrios mateados utilizados habitualmente en las fachadas de este tipo de establecimientos, para preservar la necesaria intimidad sin coartar la sensación de libertad que otorga el disponer de vista libre hacia el exterior, se dejaron franjas de vidrio transparente por encima de la altura de la vista de los viandantes y en algunos otros puntos estratégicos concretos, creando en el resto una piel tersa de acero blanco rasgada por estrechas bandas horizontales que alojan vidrios serigrafiados con estampas de hojas de árboles autóctonos primaverales y otoñales. Durante el día se presentan al interior como un tapiz de color iluminado por el sol, y de noche, merced a la luz del interior, hacen que las fachadas se conviertan en festivos farolillos que alegran los soportales del edificio. El interior se presenta luminoso y acogedor gracias al blanco resplandeciente y a la madera natural de pino autóctono de la zona, utilizada en forma de económicos paneles contrachapados manipulados de manera no convencional para poner en valor también la expresividad de sus cantos, habitualmente denostada, generando un abstracto y enriquecedor collage de cálidas texturas. ESTUDIO DE ARQUITECTURA Encontramos un pequeño y destartalado local de dos plantas bien ubicado cuyo espacio principal, a doble altura y con proporción estrecha y alta se asemejaba al espacio principal de las viviendas de las Unité d´habitation corbuserianas. Un espacio así no se podía despreciar. Estaba hecho, bastaba con renovar las instalaciones, los acabados y la ruinosa y desafortunada fachada. En ella se instaló una obra de arte abstracto del mejor artista jamás habido: la Naturaleza. Se trata de un panel de ónice traslúcido con una espectacular diversidad cromática que se disfruta tanto desde el exterior como desde el interior del local y que inevitablemente recuerda y homenajea a las obras cumbre del periodo europeo del maestro Mies Van der Rohe. En la zona a doble altura de este pequeño pero interesante espacio se ubicó, en honor a clientes y visitantes, la mesa de atención al público, arropada por dos materiales nobles de atemporal belleza: la espectacular piedra de ónice y la madera de iroko.

"La regla de la arquitectura es hacer las cosas con amor y obsesión en gran proporción"  (Miguel Fisac)